En el marco de la Tximist Cup, se ha celebrado una nueva edición del congreso ‘She Leads’, un espacio de encuentro y reflexión donde el fútbol se reivindica como herramienta de transformación social, empoderamiento y liderazgo femenino.
Este foro, impulsado por la Fundación Tximist con el apoyo de la Real Sociedad y otros clubes internacionales, ha reunido a referentes del deporte que comparten una misma visión: el fútbol no solo se juega, también construye futuro.
El vídeo que acompaña esta noticia recoge los testimonios de mujeres con trayectorias diversas, pero conectadas por una misma pasión y compromiso. Garbiñe Etxeberria, responsable de fútbol femenino de la Real Sociedad, reflexiona sobre el trabajo de base del club txuri-urdin y el impacto de crear referentes visibles para las nuevas generaciones. Aintzane Encinas, directora de la Fundación Tximist, subraya cómo el deporte puede y debe ser un espacio de igualdad y oportunidad, más allá de fronteras y contextos.
Desde África, Irene Gonçalves, vicepresidenta de la Federación Angoleña de Fútbol, aporta una perspectiva única: dos jugadoras angoleñas participan estos días en la Tximist Cup con el equipo U17 de la Real Sociedad. Para ellas, este viaje es mucho más que una experiencia competitiva: es un salto vital que abre caminos donde antes no los había. Gonçalves destaca la importancia de este tipo de colaboraciones para construir un fútbol femenino más justo y global.
Por su parte, Georgie Donnelly, entrenadora del Manchester City, pone el foco en la responsabilidad de los clubes formadores y en la necesidad de apostar por estructuras inclusivas y horizontales, donde cada niña que sueña con el balón tenga su lugar.
‘She Leads’ se consolida como un espacio necesario, donde la emoción del deporte se combina con el pensamiento crítico y el compromiso social. Un lugar donde las voces femeninas se escuchan alto y claro, y donde se teje una red global de mujeres que lideran desde el deporte, la formación y la inspiración.
Porque el fútbol no cambia el mundo por sí solo. Pero puede cambiar muchas vidas. Y eso, en sí mismo, ya es una revolución.