La temporada 22-23, con la clasificación para la Champions League, supuso la vuelta de los realistas a la máxima competición continental. Un grupo complicado, con Inter, Benfica y Salzburgo no auguraban un recorrido fácil, pero el equipo de Imanol ofreció un rendimiento bárbaro.
Desde el primer día, con un repaso, aunque sin triunfo, ante el Inter en el Reale Arena, el equipo demostró que podía competir de tú a tú con cualquiera. Tras el estreno ante los italianos, llegaron dos salidas que dejaron boquiabierto a todo el fútbol europeo.
Salzburgo y Lisboa fueron escenario de dos exhibiciones futbolísticas que quedarán en la retina de los aficionados realistas y, también, de los amantes del fútbol. La exquisitez lograda en esos dos encuentros es algo que no habíamos visto en décadas. Europa se rindió al maravilloso juego txuri urdin.
Con el empate en San Siro y el primer puesto del grupo auguraban un sorteo benévolo, pero el PSG se cruzó en el camino de los txuri urdin y ahí acabó la trayectoria realista en la máxima competición continental. Con la cabeza bien alta y el orgullo de haber competido de una manera extraordinaria.